La ética personal y la ética profesional se pueden confundir, pero no debe suponerse que la existencia de la una implica la existencia de la otra; es decir: que un profesional absolutamente ético tenga el mismo patrón de comportamiento en su vida particular, o viceversa.
Por ejemplo: un padre de familia ejemplar puede ser un profesional sin ninguna ética que no pierde la oportunidad de aumentar su renta mensual con beneficios ilícitos. Es más, también un profesional puede ser de una integridad a prueba de toda duda y ser un pésimo marido y padre.
Tomado de :Generar éxito profesional de Lair Ribeiro. Editorial Planeta
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