Para ser ético, antes hay que asumir la propia capacidad, así como el compromiso con sus objetivos y con los objetivos de la empresa. Es necesario que haya una fina sintonía entre ambos, pues, de lo contrario, puede haber conflictos personales y la ética puede ser relegada a un segundo plano.
Ejemplo: un ejecutivo, empleado o funcionario cuyos objetivos sean más próximos a los objetivos de la competencia que a los de la empresa para la que trabaja, podrá valerse de la información obtenida en su actual empresa para aproximarse a la que se siente más atraído. Eso no es nada ético.
Tomado de :Generar éxito profesional de Lair Ribeiro. Editorial Planeta
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